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domingo, 19 de octubre de 2008

Nicotina para dejar de fumar (parte 1)

Nuevas investigaciones y prometedores experimentos indican que esta mortal droga que ha atrapado a los fumadores, ahora puede ayudarlos a abandonar el tabaco.

El mes de agosto de 1979, en el Instituto Nacional para el Estudio del Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en ingles), se reunieron once científicos y médicos estadounidenses con varios expertos del gobierno para analizar los últimos testimonios acerca del tabaquismo. Después de dos días de estudios exhaustivos, llegaron a las siguientes conclusiones: “El fumar crea el hábito” y “debe ser considerado como una enfermedad”.

El Dr. Michael Russell, del Hospital Maudsley de Londres, confirma esta definición: “El habito tabáquico es, probablemente, la mas grave de las dependencias conocida por el hombre”.

Durante muchos años la sabiduría popular sostuvo que la gran mayoría de los fumadores comenzaban a fumar siendo niños por la presión de sus compañeros y adquirían el vicio porque se entrelazaba en su vida como una forma de recompensa, placer o alivio en las situaciones difíciles o desagradables. La angustia de que se quejan las personas que tratan de abandonar el hábito, fue atribuida a una carencia síquica.

Entonces, en el decenio de 1970, muchos farmacólogos, sicólogos y médicos, respaldados principalmente por el NIDA, tuvieron otro punto de vista. Si bien es cierto estaban de acuerdo en que el abuso del tabaco se debe a razones emocionales y sociales, advirtieron que cuando muchas personas fuman con frecuencia una sustancia, sea opio, mariguana o hachís, lo hacen para sentir el efecto de una droga activa. Así comenzaron una amplia serie de estudios sobre la droga que contiene el tabaco: la nicotina.

La nicotina es uno de los alcaloides tóxicos más potentes que se conocen. Bastan 60 miligramos para matar a un adulto por parálisis respiratoria. Hace 20 años, una cajetilla de cigarros contenía dicha cantidad de nicotina; pero los fumadores de antaño no morían pues inhalaban la droga en pequeñas cantidades (siete a diez fumadas de cigarrillo) y el organismo puede metabolizar rápidamente la sustancia.

Los investigadores aplicaron complicadas técnicas con las que detectaron millonésimas y mil millonésimas de gramo de nicotina en la sangre o en la orina, y midieron la cantidad de monóxido de carbono contenida en los glóbulos rojos de los fumadores. Después de más de cinco años de pruebas en hombres y animales, muchos científicos llegaron al convencimiento de que el tabaquismo es un hábito. Cumple con los tres requisitos para ser calificado como tal: los fumadores desarrollan tolerancia a la nicotina; se vuelven dependientes; y padecen síntomas de supresión cuando no la reciben.

Tolerancia. Un estudio realizado en 1978 demostró que los fumadores pueden tolerar mayores dosis intravenosas de nicotina que los no fumadores: 700 microgramos (mcgs) contra 300 mcgs. En aplicaciones subsecuentes, la droga, a cada hora, tuvo un efecto progresivamente menor en ambos grupos. La inyección de un miligramo de nicotina no le causo nausea a ninguno de los fumadores; a los otros si, en grados variables.

Dependencia. El Dr. Harley Hanson del Instituto Merck para Investigación Terapéutica en West Point (Pensilvania), hizo experimentos con seis grupos de ratas. A cinco les aplico inyecciones de nicotina cada 30 minutos durante 48 horas; al restante únicamente inyecciones de agua salada. Luego puso a los animales en jaulas provistas de alimento, agua y una palanca. Cada vez que las ratas oprimían la palanca, recibían una inyección de la dosis acostumbrada.

Los animales que recibieron dosis de nicotina, rápidamente comenzaron a aplicársela ellos mismos, cada vez con más frecuencia, a pesar de que estas llegaron a ser tan altas que les causaban convulsiones. Pero las ratas del sexto grupo casi no oprimían la palanca.

Aquellas personas que fuman, tienden a regular su dosis de nicotina. Por ejemplo: a 15 fumadores separados en dos grupos se les dieron a fumar cigarrillos con diferentes grados de nicotina y alquitrán. El número de cigarrillos fumados tuvo una relación inversa con el contenido de la nicotina. Las variaciones en el alquitrán no tuvieron efecto. De acuerdo con la doctora Ellen Gritz, del Laboratorio para el Estudio de la Conducta del Fumador en la Universidad de California en Los Ángeles, las pruebas en este y otros experimentos muestran que, cuando los fumadores consumen cigarrillos con menos nicotina que los acostumbrados, fuman mas e inhalan con mayor intensidad o frecuencia como una manera de proveerse de la dosis de nicotina a la que están acostumbrados.

Supresión. Cuando los fumadores intentan por vez primera dejar el hábito, sufren una disminución en la frecuencia cardiaca, aumento de la tensión arterial y registran cambios en las ondas cerebrales. La temperatura disminuye en los adictos y aumenta en las personas que fuman menos. Todas estas personas desempeñan con menos destreza ciertas pruebas de coordinación, incluida la de conducir un automóvil, en relación con la época en que fumaban.

Los numerosos síntomas desagradables, incluso insoportables, que muchos fumadores experimentan cuando dejan de fumar, ahora han sido agrupados por la Asociación Siquiátrica Norteamericana en su nuevo manual de padecimientos mentales como el “Síndrome de privación del tabaco”. Aquellos que dejan de fumar, comprobado científicamente, varían con gran facilidad sus estados anímicos, se irritan, enojan y se vuelven más agresivos. El manual habla también de la privación del tabaco, “ansiedad, dificultad para concentrarse, dolor de cabeza, somnolencia y trastornos digestivos”.

“El síntoma de privación mas importante es el intenso deseo de fumar, que ha manifestado sentir casi el 90 por ciento de los ex fumadores”, dicen Saúl Schiffman y el Dr. Murray Jarvik, de la Universidad de California en Los Ángeles. Hay indicios de que este deseo no se debe tanto al efecto agradable de la nicotina como a la angustia de pensar en que deben prescindir de allá, aunque deseen liberarse del habito.

Existen diferentes clases de fumadores. Los que requieren de un cigarrillo por hora muestran grandes variaciones de la concentración nicotínica en la sangre; los que fuman cada media hora, tienen constantemente elevada la concentración de nicotina en la sangre. Según opinión del Dr. Russell, esto indica que un nivel sostenido de nicotina en la sangre es la “razón principal que induce a fumar a los que tienen el habito mas arraigado”, mientras que para los fumadores de menos cigarrillos lo que importan son los efectos óptimos que se alcanzan con las concentraciones máximas.

Schiffman y Jarvik descubrieron que los fumadores que reducen su consumo de cigarrillos en un 60%, sienten un deseo tan intenso de fumar como quienes suspenden por completo el hábito. Además, al cabo de siete días, la compulsión disminuye bastante en los que abandonan definitivamente el vicio, y en cambio persiste con igual fuerza en quienes solo reducen la dosis.

Otras investigaciones indican que la reducción puede tener éxito si es controladamente gradual. En la actualidad, todos los cigarrillos tienen menos del 50% del alquitrán y nicotina que contenían hace 20 años. Sin embargo, un estudio del Gobierno estadounidense mostro que los fumadores que no cambian de marca (o que cambian a una cuya contenido de nicotina y alquitrán no sea mas de 25% menor que el de la marca anterior) no aumentan el numero de los cigarrillos que fuman. Esto condujo al Dr. Daniel Horn, ex director de la dependencia gubernamental que se encarga del tabaquismo y la salud, a recomendar que el habito se deje por etapas; es decir, engañando al organismo respecto de la adicción nicotínica; esto se consigue cambiando de marca de cigarrillos a una que tenga, a lo sumo, un 20% menos de nicotina y alquitrán; debe intentar otra reducción similar.

Esta teoría propone que al llegar a consumir un nivel bajo de esta droga seria fácil dejar por completo el habito. Una investigación reciente efectuada por Lawrence Garfinkel, de la Sociedad Estadounidense Contra el Cáncer, revela que hoy los fumadores que consumen cigarrillos con un bajo nivel de nicotina pueden dejar el hábito en una proporción mayor que otros fumadores.

- Fernando Gomez

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