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jueves, 16 de octubre de 2008

Esta dieta puede matar

No tiene nada que ver con el budismo. La serenidad interna o la pérdida de peso. Lo único que hace esta “dieta macrobiótica Zen”, es amenazar la salud de sus jóvenes discípulos.

El adolescente se niega a comer carne, huevos, leche, patatas, ensaladas y postres. Solo come arroz moreno u otro cereal y reduce la ingestión de líquidos. Lo más probable es que el joven de nuestra historia haya empezado la “dieta macrobiótica Zen”, cuyos resultados pueden ser el escorbuto u otra enfermedad grave. Hasta puede significar la muerte, como sucedió como la norteamericana Beth Ann Simon, de 24 años de edad, que siguió la dieta durante nueve meses, emocionada con la “religión de nutrición” que se esta popularizando entre los jóvenes de su edad.

La dieta macrobiótica Zen es una versión falsa de la disciplina alimenticia del Zen Budismo, inventada y bautizada (del griego macros, grande, y bios, vida) por el fallecido escritor japonés George Ohsawa, quien aseguraba que la dieta hacia que el espíritu alcanzara el Nirvana (“Iluminación”) y prolongaba la vida. En realidad, sus efectos son opuestos: esta dieta puede matar.

La dieta macrobiótica, a menudo asociada con la religión budista, en realidad no tiene ninguna conexión con ella. El culto alimenticio no es de importancia para los verdaderos budistas, y las declaraciones de los defensores de la dieta macrobiótica, que afirman que la carne, la fruta y el azúcar estimulan la agresión, escandalizarían a los monjes Zen budistas que incluyen estos productos en su comida. La defensa del arroz moreno, elemento básico de las dietas macrobióticas, ni siquiera es oriental. En Japón, la India y China prefieren el arroz blanco. La dieta de Ohsawa es de muchas etapas –originalmente de diez-, pero algunos de sus fanáticos la han reducido a siete. La primera etapa permite alimentos tales como pollo, frutas, verduras, mariscos, pescado y cereales, haciendo hincapié en el arroz moreno. Las fases sucesivas reducen gradualmente la variedad de alimentos hasta que en la última la número siete solo se permite el arroz moreno. El agua y otros líquidos, excepto el té, se restringen radicalmente. Esto resulta también muy peligroso para la salud, puesto que de manera casi inevitable ocasiona alguna enfermedad renal. Ohsawa dijo que si la persona se siente mal, es solo un estado pasajero que desaparece si se sigue con la dieta.

A menudo se confunde la dieta macrobiótica con el vegetarianismo, que es muy diferente. La mayoría de los vegetarianos toman abundante cantidad de leche y huevos, además de gran variedad de frutas y verduras, especialmente productos de soya y nueces. Las buenas dietas vegetarianas son alimenticias y saludables.

Los discípulos de Ohsawa tratan de evitar todo alimento de origen animal. La carne, dicen, produce trombosis y hace que la persona se vuelva violenta y cruel. (Los hindúes generalmente comen poca o ninguna carne, y sin embargo en su historia existen muchos ejemplos de crueldad y de violencia.) Cualquier nutriólogo sabe que la persona que no toma alimentos de origen animal tiene que ingerir gran cantidad de comida de bajo contenido en proteínas para suplir las que no recibe de la carne, del pescado, de los huevos o de la leche. También Ohsawa puso en la lista negra el café, la mayoría de las especias, la levadura y las verduras abonadas químicamente. Para lograr un equilibrio, recomienda una cucharada de “gomasic” (sal de ajonjolí) o salsa de soja Tamari.

Por suerte, la mayor parte de los jóvenes que siguen la moda macrobiótica se quedan en las primeras etapas. Pero en una causa judicial se ha encontrado que algunos están en un avanzado grado de desnutrición por permanecer en la fase numero siete durante un periodo largo de tiempo. Una enferma perdió la dentadura, contrajo una anemia grave, dejo de menstruar y finalmente murió.

Hay quienes consideran la dieta macrobiótica como una forma de perder peso. Resulta valida en la etapa en que se sustituyen las carnes con mucha grasa por verduras. Pero si se eliminan algunos elementos en la variedad usual de la comida sin sustituirlos adecuadamente, la dieta puede resultar peligrosa. La mayoría de las personas necesitan algunos azucares, y la carne constituye nuestra principal fuente de proteínas de primera calidad. Varias frases de la dieta de Ohsawa son deficientes en la mayoría de las vitaminas, y cualquiera que la siga puede contraer anemia por falta de hierro.

Se están aclarando ahora los hechos más crudos de la dieta macrobiótica, generalmente desconocidos para el público, gracias a la denuncia de padres cuyos hijos practican dicha dieta.

Uno de ellos me llamo a mi oficina en la Universidad de Harvard para relatarme sus propias investigaciones. Su hija se había unido a una comuna en la que 75 personas compartían una dieta macrobiótica. Para complementar su disciplina diaria, algunos asistían a conferencias que duraban horas y que daba un “guru” en una iglesia de Boston, ponderado el sistema macrobiotico para buscar la paz perfecta por medio de la dieta de las siete etapas.

“¿No es una paradoja”, comento el padre, “que los jóvenes educados en las mejores universidades del país y en la abundancia de la clase media, se unan a comunas para seguir dietas pobres en proteínas, mientras que los demás estamos tratando de ayudar a los países en vías de desarrollo a encontrar formas de que aumenten el contenido proteínico de sus alimentos?”

Hambre alegre

Para resolver el problema de la basura en el piso, se instalaron en el parque Angela, de Hazleton (Pensilvania), unos receptáculos de cemento, con formas de cerdos, elefantes e hipopótamos, y dotados de “voz”, mediante una cinta magnetofónica. Al depositarles basura adentro, suena la grabación que dice: “Gracias. Oh, esto sí que está sabroso. Tengo hambre. ¿Me puedes traer un poco más de comer?” El dueño del parque dice que los domingos, cuando hay mucha gente, el lugar está tan limpio en la tarde como por la mañana. Los niños se ponen a buscar papelitos de desperdicio para “dar de comer” a los animales.

- Fernando Gomez

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